Crítica de "Criadas y señoras" con Bryce Dallas Howard

De Tate Taylor con Viola Davis, Emma Stone, Octavia Spencer, Bryce Dallas Howard, Allison Janney.

EE UU, 2011

Aparece el logo de Touchstone Pictures, suenan los primeros acordes de la banda sonora compuesta por Thomas Newman y todo indica que estamos ante un melodrama muy propio de la división adulta de la factoría Disney, como aquel celebrado Eternamente amigas. Criadas y señoras es una película-río, de 140 minutos, cuyo ritmo no decae en ningún momento, dada la cantidad de historias que se entrecruzan, como en la novela de Kathryn Stockett en la que se basa.
Estamos a principios de los sesenta en el Sur profundo estadounidense, y Jackson, Mississippi, es un ejemplo perfecto de la división que existe entre la población blanca y la de color. Skeeter Phelan (una Emma Stone que supone el único error de casting de la cinta) es una pizpireta escritora que decide contar la realidad de las sufridas mujeres de servicio que viven esclavizadas por sus pijas señoras, justo cuando el movimiento de lucha por los derechos civiles explota. Ella sirve de vehículo para ir conociendo a unas y a otras. Esta es, ante todo, la historia de Aibileen Clark (inmensa Viola Davis, rumbo de nuevo a la nominación al Oscar) y de Minny (Octavia Spencer) por un lado, y de Hilly (una odiosa Bryce Dallas Howard, en un registro similar al de January Jones en Mad Men) y de Celia (Jessica Chastain) por otro. En torno a ellas surgen otros muchos personajes femeninos, que contribuyen a equilibrar la balanza entre comedia y drama a lo largo del metraje.
Esta chick flick a la antigua usanza (una mezcla de Magnolias de acero y Tomates verdes fritos, aderezada con un toque a lo El color púrpura), de funcional realización y uso controlado del almíbar, emociona gracias a un reparto en estado de gracia y a un acertado crescendo melodramático. A ver quién aguanta el nudo en la garganta cuando suena en los créditos finales The Living Proof de Mary J. Blige...

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